La Unidad Ginecológica Orgánica y Funcional estudia los órganos reproductores femeninos y las funciones que cumplen, como la producción hormonal, la ovulación, el ciclo menstrual y el embarazo.
La Unidad Ginecológica Orgánica y Funcional estudia los órganos reproductores femeninos y las funciones que cumplen, como la producción hormonal, la ovulación, el ciclo menstrual y el embarazo.
En la Unidad de Ginecología Funcional se ofrece asistencia a la mujer en las distintas etapas de su vida: adolescencia, edad fértil y menopausia.
La pubertad representa una etapa de transición entre la infancia y la vida adulta y, en ella, se producen una serie de cambios tanto físicos como funcionales que conducen al inicio de la madurez sexual. Este periodo se produce entre los 10 y los 16 años y en él tiene lugar la aparición de la primera regla, el crecimiento de las mamas, el desarrollo del vello, la aparición de acné y la aceleración del crecimiento. Todos estos cambios hacen que las pacientes adolescentes tengan unas necesidades diferentes, por ello en nuestro equipo consideramos importante que reconozcan los cambios normales de aquellos que puedan suponer una alteración.
Diagnóstico y tratamiento de patologías vulvovaginales más frecuentes, como son los condilomas acuminados, Herpes genital y Molluscum.
Educación sexual, apoyo psicológico y asesoramiento sobre prácticas de riesgo.
La pubertad suele ser la edad de inicio de las relaciones sexuales, por lo que es importante una buena información y asesoramiento a los adolescentes sobre sexualidad, enfermedades de trasmisión sexual y métodos anticonceptivos.
Tras la adolescencia, una vez completado el desarrollo físico y psicológico, la mujer se encuentra en la plenitud de sus capacidades y encara su proyecto de vida en el que le surgirán dudas y necesitará asesoramiento.
Por ello, durante la edad fértil es importante realizarse revisiones ginecológicas anuales.
Es el comienzo de la pubertad en una edad menor que la habitual en la población normal. Se manifiesta por la aparición del desarrollo mamario antes de los 8 años acompañado de otros signos como vello púbico o menstruación. Esta entidad requiere un estudio completo y exhaustivo, ya que hay que diagnosticar correctamente su causa y tratar a la paciente, para evitar alteraciones posteriores en su crecimiento y desarrollo.
Las irregularidades del ciclo y la aparición de vello y acné son los problemas ginecológicos que se observa con más frecuencia en la adolescencia y pueden suponer un importante estado de ansiedad en la adolescente y sus familiares.
El dolor con la regla es muy frecuente en las adolescentes, dolor que puede ir acompañado de nauseas, vómitos, diarrea, dolor de cabeza, lipotimias y cambios en el humor. Se debe consultar si este dolor interfiere con su actividad habitual.
La menopausia es el cese definitivo de la función ovárica que, se traduce en la desaparición de la menstruación y suele presentarse alrededor de los 50 años (el intervalo va desde los 45 a los 55 años). Con la menopausia se produce la disminución de las hormonas femeninas y esto repercute sobre todo el organismo pudiendo producir aumento de peso, sofocos e insomnio, dolor articular y disminución del deseo sexual, entre otros. Además en esta etapa de la vida, aumenta el riesgo de enfermedades crónicas: hipertensión, diabetes, hipercolesterolemia, obesidad y de cáncer. Por ello, en nuestra Unidad de Menopausia acompañamos a la mujer en esta etapa de cambios para disminuir su repercusión en la calidad de vida y salud.
Los miomas son tumores que crecen en el útero y que son de naturaleza benigna. Son infrecuentes antes de los 20 años y pueden tener un componente familiar. Según su localización en la pared uterina se clasifican:
Como síntomas de inicio figuran:
El diagnóstico suele ser ecográfico y el tratamiento puede ser médico o quirúrgico dependiendo de:
La posibilidad de tratamiento médico, será evaluada por su ginecólogo que decidirá cual es el más adecuado en cada caso: bien mediante anticonceptivos orales para el control del sangrado, el DIU hormonal o las inyecciones hormonales que disminuyan el tamaño del mioma, pero que sólo son posibles usar durante cortos periodos de tiempo (Ulipristal comprimidos de 5 mgs. que reduce el tamaño del mioma y el sangrado). Junto a ellos, un tratamiento de sostén con hierro en los casos de anemia, analgésicos y/o el ácido tranexámico para disminuir la intensidad del sangrado.
Un quiste viene a ser algo así como un saco lleno de líquido que se forma dentro o sobre un ovario (una colección líquida encapsulada). Cuando es de consistencia sólida se habla de tumor.
Los quistes pueden ser silentes, no causar síntomas y constituir un hallazgo imprevisto durante una exploración ecográfica o una intervención por otro motivo. Un quiste de ovario tiene más posibilidades de causar dolor si:
Como síntomas de inicio figuran:
Síntomas de los quistes ovarios son la distensión abdominal, el dolor y la irregularidad menstrual. A veces, en tamaños excesivos, pueden manifestarse a la palpación.
El diagnóstico de los quistes/tumores de ovario suele ser ecográfico y precisa de varios controles para verificar si ha desaparecido o no, porque a veces desaparecen espontáneamente.
Otros exámenes complementarios serían la TAC, RMN y ECO DOPPLER tanto como medios de diagnóstico como de seguimiento.
Su tratamiento ha de ser evaluado en cada caso por su ginecólogo en función del tipo de quiste, edad o evolución.
Así, los llamados quistes funcionales generalmente no requieren tratamiento, suelen desaparecer al cabo de 8-12 semanas de manera espontánea, si bien precisan de un estrecho seguimiento. Si la paciente tiene quistes funcionales frecuentemente, se suele requerir de los anticonceptivos hormonales.
La cirugía de los quistes ováricos es otra alternativa (extirpar el quiste o el ovario), según se trate de:
Mención especial requiere un tipo de quiste por su frecuencia, sintomatología y repercusión en la salud y bienestar de la mujer. Nos referimos al endometrioma o quiste endometriósico.
Todos los meses los ovarios de una mujer producen hormonas que ordenan a las células del revestimiento del útero a hincharse y volverse más grandes, digamos más receptivas. Si no hay embarazo, el útero elimina estas células junto a sangre y tejidos a través de la vagina con la menstruación.
La endometriosis ocurre cuando estas células crecen fuera del útero en otras partes del cuerpo, más comúnmente en los ovarios, formando los llamados endometriomas o quistes de endometriosis. Otras posibles localizaciones de estos quistes endometriósicos suelen ser el recto, la vejiga de la orina y otras estructuras de la pared pélvica.
Es una enfermedad común de etiología desconocida y a veces hereditaria. Posiblemente comienza cuando la mujer empieza a tener el periodo, en la menarquia, pero no se diagnostica hasta los 25-35 años en la mayoría de los casos.
El dolor es el principal síntoma, aunque a veces pasa inadvertida. El dolor suele coincidir con la menstruación (dismenorrea que puede ser intensa), con las relaciones sexuales, con las deposiciones, o bien de forma continua como un dolor de localización pélvica o lumbar.
La endometriosis puede producir infertilidad y mejora tras los embarazos, cuando los hay, y al llegar la menopausia. Es por tanto una enfermedad de la edad reproductiva de la mujer.
El tratamiento puede ser médico con anticonceptivos hormonales, DIU hormonal y nuevas líneas de tratamiento antioxidantes si la mujer desea descendencia. La cirugía es necesaria en caso de sintomatología florida o gran tamaño del tumor. En la mayoría de los casos se recurre a la vía laparoscópica no descartándose la laparotomía. La recidiva es siempre una posibilidad.
Los tumores ováricos del tipo de los teratomas exigen de entrada tratamiento quirúrgico para confirmación de benignidad mediante el estudio histológico pues podríamos estar hablando de tumores “ border-line”.
Los pólipos endometriales son tumoraciones en el interior del útero (endometrio) y pueden ser pequeñas como la semilla de sésamo o grandes como una pelota de golf. La mayoría no son cancerosos. Pueden ser asintomáticos en un principio, y su síntoma más característico es el sangrado bien intermenstrual o a modo de reglas largas y abundantes. A veces son causa de infertilidad y de esterilidad.
El diagnóstico de sospecha es ecográfico pero siempre se debe confirmar mediante una histeroscopia diagnóstica en nuestra Unidad antes de proceder a la resección del mismo por vía vaginal y a su estudio anatomopatológico.
Para evitar recidivas podría estar indicado un dispositivo intrauterino (DIU) hormonal.
Se define como la infección del tracto genital superior donde de forma característica las trompas de Falopio se encuentran afectas. Es una infección severa, cuyo diagnóstico debería ser considerado en toda mujer en edad reproductiva con dolor pélvico para así evitar secuelas como la infertildad o el dolor crónico.
Es una infección polimicrobiana, cuya vía de trasmisión fundamental es la ascendente a partir de gérmenes acantonados en cérvix.
En cuanto a la clínica, la presentación es variada desde asintomática a la forma más común que sería la forma aguda, en la cual la paciente refiere dolor pélvico y poca afectación general. A veces acompañada de fiebre.
El diagnóstico es fundamentalmente clínico.
Hemograma: Pruebas complementarias adicionales serían el hemograma, pues en más de las dos terceras partes de pacientes aparece leucocitosis mayor de 10.000, PCR y VSG elevadas en 80% de casos, cultivos vaginales y endocervicales y la ecografía transvaginal pondría en evidencia la existencia o no de un hidrosalpinx o de masas tuboováricas compatible con absceso.
Laparoscopia: Es la prueba “gold estándar” , aunque habría que valorar las ventajas e inconvenientes. Por supuesto es obligada una serología para descartar infecciones de VIH y de hepatitis B y C.
Ante la sospecha de EPI se debe instaurar tratamiento antibiótico empírico y medidas de soporte de forma precoz para evitar las secuelas, incluso en casos de infecciones leves. El tratamiento suele ser hospitalario, aunque las formas leves pueden tener la posibilidad de tratamiento ambulatorio.
En cuanto a las complicaciones, la más importante es la infertilidad. Otras serían el dolor pélvico crónico, el absceso tuboovárico, infecciones recurrentes, aumento de la incidencia de gestación ectópica y su relación con un aumento de partos pretérminos y de morbilidad materno fetal.
La cirugía de los quistes ováricos es otra alternativa (extirpar el quiste o el ovario), según se trate de:
Mención especial requiere un tipo de quiste por su frecuencia, sintomatología y repercusión en la salud y bienestar de la mujer. Nos referimos al endometrioma o quiste endometriósico.
Todos los meses los ovarios de una mujer producen hormonas que ordenan a las células del revestimiento del útero a hincharse y volverse más grandes, digamos más receptivas. Si no hay embarazo, el útero elimina estas células junto a sangre y tejidos a través de la vagina con la menstruación.
La endometriosis ocurre cuando estas células crecen fuera del útero en otras partes del cuerpo, más comúnmente en los ovarios, formando los llamados endometriomas o quistes de endometriosis. Otras posibles localizaciones de estos quistes endometriósicos suelen ser el recto, la vejiga de la orina y otras estructuras de la pared pélvica.
Es una enfermedad común de etiología desconocida y a veces hereditaria. Posiblemente comienza cuando la mujer empieza a tener el periodo, en la menarquia, pero no se diagnostica hasta los 25-35 años en la mayoría de los casos.
El dolor es el principal síntoma, aunque a veces pasa inadvertida. El dolor suele coincidir con la menstruación (dismenorrea que puede ser intensa), con las relaciones sexuales, con las deposiciones, o bien de forma continua como un dolor de localización pélvica o lumbar.
La endometriosis puede producir infertilidad y mejora tras los embarazos, cuando los hay, y al llegar la menopausia. Es por tanto una enfermedad de la edad reproductiva de la mujer.
El tratamiento puede ser médico con anticonceptivos hormonales, DIU hormonal y nuevas líneas de tratamiento antioxidantes si la mujer desea descendencia. La cirugía es necesaria en caso de sintomatología florida o gran tamaño del tumor. En la mayoría de los casos se recurre a la vía laparoscópica no descartándose la laparotomía. La recidiva es siempre una posibilidad.
Los tumores ováricos del tipo de los teratomas exigen de entrada tratamiento quirúrgico para confirmación de benignidad mediante el estudio histológico pues podríamos estar hablando de tumores “ border-line”.
Se definen como tal a las anomalías en el proceso de formación que afecta a trompas, útero, vagina e introito vulvar, con o sin afectación ovárica, del sistema excretor urinario, esqueleto pélvico o de otros órganos asociados. Quedan excluidas las anomalías de la determinación sexual.
Dentro de este grupo estarían:
Los síntomas varían dependiendo del tipo, desde amenorrea y dolor menstrual sin hemorragia en un himen imperforado hasta abortos de repetición o de esterilidad en algunas malformaciones uterinas, tales como los trastornos de resorción del tabique antimülleriano, los úteros con tabique total o parcial o las malformaciones cérvico-ístmicas, estas más infrecuentes.
El tratamiento de estas anomalías congénitas sería quirúrgico, como ocurre en los casos de úteros con tabique mediante cirugía histeroscópica. Así evitamos complicaciones futuras como serían los abortos de repetición y complicaciones obstétricas como las presentaciones anómalas, distocias dinámicas parto prematuro y anomalías en el alumbramiento.