Unidad de Colposcopia y Patología Cervical

¿Qué es una citología y para qué la hacemos?

La citología, también llamado test de Papanicolaou, consiste en recoger una muestra de células del cuello del útero. Estas células recogidas son enviadas al laboratorio, donde son analizadas microscópicamente por el patólogo en busca de anormalidades. Se realiza en un acto muy sencillo, en el transcurso de una revisión ginecológica.

La paciente será colocada en posición ginecológica en la silla de exploración. Se colocará un espéculo, que es un instrumento que se introduce en la vagina para poder abrirla y visualizar el cuello del útero. La mayoría de mujeres no aprecian dolor con esta prueba, si bien puede resultar algo incómoda y molesta. El médico tomará la muestra del cuello con una espátula y un cepillo, y se enviará a analizar.

Las mujeres con alteraciones citológicas tienen más probabilidades de tener un cáncer de cérvix, por lo que van a ser candidatas a un seguimiento especial con el objetivo de evitar que eso ocurra.

La mayoría de mujeres con una citología normal, tiene muy pocas posibilidades de desarrollar un cáncer de cérvix en el año posterior. Hay que tener muy claro que el tener una citología anormal no es sinónimo de cáncer de cérvix.

Todas las mujeres que hayan iniciado relaciones sexuales deben realizarse citologías de manera periódica. Dicha periodicidad será determinada por su ginecólogo. Para la realización de dicha prueba debe concertar una cita con su ginecólogo en un día que no se encuentre con la menstruación e idealmente no debe tener relaciones sexuales 1 día antes ni usar ningún tratamiento intravaginal 48 h antes de la visita.

La citología es orientativa

La citología sólo es orientativa sobre el grado de afectación y, dependiendo de la alteración encontrada, su ginecólogo le indicará el seguimiento más oportuno que contemplará las siguientes opciones:

Colposcopia

La colposcopia es una prueba que se realiza en consulta, no precisa anestesia y consiste en la exploración del cuello uterino y de las paredes vaginales.

Con una especie de microscopio binocular de enfoque próximo que permite ver con detalle regiones anormales del cuello uterino, por lo que es posible extraer una biopsia de la misma y enviarlo al laboratorio de anatomía patológica. La biopsia nos va a permitir un diagnóstico de certeza y efectuar el tratamiento definitivo. Es imprescindible que la mujer no esté con la menstruación ni haber realizado tratamientos intravaginales los días previos a esta exploración.

Tras la prueba puede existir un pequeño sangrado, usualmente inferior al que se produce en la menstruación y es recomendable no tener relaciones sexuales, sumergirse en baños públicos ni realizar duchas vaginales en la semana posterior a la prueba para facilitar la cicatrización de la zona biopsiada.

Afortunadamente, las lesiones precursoras son muy fáciles de tratar. La mayoría sólo requerirán unas revisiones periódicas o procedimientos sencillos que su médico realizará de forma ambulatoria.

Detección del virus

Dada la relación de estas lesiones con la infección del virus del papiloma humano (VPH), se realizará la toma de una muestra para detectar la presencia de algunos de estos virus y se determinará si el virus presente es considerado de Alto Riesgo o no. Virus de Alto Riesgo significa mayor capacidad de hacer progresar las lesiones precursoras presentes y, por tanto, se indicarán revisiones periódicas más frecuentes.

Las displasias se clasifican en lesiones de bajo grado (CIN1) y lesiones de alto grado (CIN2-3).

Las lesiones de bajo grado raramente suelen progresar y suelen desaparecer en un 90% de los casos. Esta regresión es mucho más frecuente en mujeres menores de 35 años.

Las lesiones de alto grado, aunque lentamente, tienen riesgo de progresar y, por ello deben ser eliminadas.

El tratamiento de las lesiones de alto grado y lesiones de bajo grado persistentes o recurrentes lo realizaremos con medidas destructivas como vaporización con laser, electro- , crio-, o termocoagulación. Estas medidas no nos permiten obtener muestras para estudio histológico y pocas pacientes van a ser candidatas para realizarlas. El tratamiento más indicado es la conización, comentada anteriormente.

Estos tratamientos van a tener un elevado porcentaje de éxito pero es primordial mantener un control frecuente para poder diagnosticar una posible recidiva. Es importante saber que ninguno de estos tratamientos, en un principio, van a alterar su vida sexual ni la capacidad reproductiva de la mujer.

Por último, en pacientes seleccionadas como las que presentan una inmunosupresión, recidivas permanentes y deseos genésicos cumplidos, se puede plantear una Histerectomía.

Tras una conización, se le aconsejará la vacuna del VPH, ya que se ha comprobado que esto disminuye la tasa de recidivas.

Prevención del Cáncer de cuello de útero y vacuna del VPH

Hasta ahora la prevención del cáncer de cuello de útero se había basado en la detección de lesiones precancerosas mediante la realización periódica de citologías.

En los países en vías de desarrollo, en los que no se hacen citologías, una de cada 60-70 mujeres va a desarrollar cáncer de útero. Este porcentaje en los países desarrollados es mucho menor, pero sigue siendo el segundo cáncer más frecuente en mujeres entre 18 y 45 años.

Demostrar que el cáncer de cérvix es la última consecuencia de una infección vírica no resuelta, transmitida por vía sexual, ha hecho que se invierta gran esfuerzo en desarrollar vacunas frente a estos virus que, sin duda, hoy en día son el método de mayor prevención primaria de este cáncer. Son vacunas que no contienen material genético y, por tanto, no pueden transmitir la enfermedad. Confiere un 100% de protección frente a los serotipos de VPH que contiene. Son por tanto, vacunas muy seguras, bien toleradas y con efectos secundarios mínimos semejantes a los de cualquier otra vacuna.

Desde el punto de vista de la Salud Pública, la mayoría de países han considerado prioritario vacunar a niñas y adolescentes, incorporándola al calendario vacunal nacional. Lo ideal es la vacunación en la adolescencia antes del inicio de las relaciones sexuales. Actualmente Sanidad ha adelantado la edad de vacunación a los 12 años. Sin embargo, el beneficio potencial de la vacuna está demostrado en mujeres hasta los 45-55 años sexualmente activas, ya que pueden no haber estado expuestas a los serotipos de VPH que cubre la vacuna.

 

En las mujeres que hayan tenido un diagnóstico de displasia cervical, también se le debe fomentar la vacunación, ya que disminuye la posibilidad de que esta alteración reaparezca tras su tratamiento específico.

TIPOS DE VACUNAS:

Debe quedar muy claro que la vacunación no implica eludir el cribado posterior con citologías periódicas, ya que estas vacunas no confieren inmunidad frente a todos los serotipos de VPH.

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